C. Auguste Dupin

El oscuro origen 

El nacimiento del primer detective de la historia de la literatura es probablemente uno de los episodios más desconocidos de la misma y también uno de los más controvertidos en el ámbito de la crítica literaria; esta, se ha dividido siempre en dos tendencias: Aquella que señala a Edgar Allan Poe como el primer escritor de relato detectivesco y a su personaje, Auguste Dupin, como el primer detective en la literatura, y aquella que afirma que el origen del género y, por tanto, del primer detective hay que buscarlo en épocas y obras remotas. En este estudio nos decantamos por la primera vertiente, porque, si bien es cierto que siglos antes de la publicación de la obra de Poe ya existían obras con fragmentos que presentaban ejemplos de pensamiento lógico para solucionar incógnitas, estos siempre eran apuntes adyacentes al tema principal, mientras que Poe es el primero en centrar un relato completo en la resolución de un crimen y en el individuo que lo resuelve. Así pues, y en lo que a este blog respecta; las aventuras del primer detective y las de todos los posteriores, que se inspiraron en él, se las debemos a Edgar Allan Poe, autor norteamericano, mundialmente famoso por sus relatos de terror, que inició el género detectivesco con la obra Los crímenes de la rue Morgue, publicada por primera vez en abril de 1841, en la revista Graham’s Magazine de Filadelfia. Su protagonista, el primer detective de la literatura, fue el Chevalier C. Auguste Dupin.

Además de la anterior, solo dos obras más componen la saga del detective, a saber: El misterio de Marie Rogêt, publicada por episodios por la revista Ladies’ companion entre 1842 y 1843, y La carta robada, publicada por primera vez por The Gift en 1844. Estos tres relatos cortos conforman la llamada trilogía Dupin y están narrados por un cronista anónimo, amigo del detective. 


Auguste Dupin (izq) en una ilustración de La carta robada


Respecto a la personalidad de Auguste Dupin y las circunstancias que rodean su existencia, estas se vieron muy influidas por la personalidad y la situación personal de su creador. De la afinidad de Poe con una clase social dominante en proceso de extinción nació su detective aficionado parisino, Auguste Dupin, un desarraigado joven aristócrata perteneciente «a una excelente—y realmente ilustre familia». Sin embargo, y coincidiendo con la situación financiera del autor, por una serie de desgracias, Dupin «había quedado reducido a tal pobreza que la energía de su carácter sucumbió y decidió retirarse del mundo y despreocuparse de recuperar su hacienda». Al igual que Poe, Dupin subsistía de forma precaria, aunque sin demasiadas privaciones gracias a la generosidad de algunos de sus acreedores, que le permitieron conservar algunos restos de su patrimonio. Esto impide que Dupin se vea obligado a trabajar para vivir, lo que sería inapropiado para un aristócrata en el ámbito social de la época y en la mentalidad sureña de Poe, y que su ocupación ocasional en la resolución de un misterio pueda calificarse más de afición respetable de caballero cultivado que de empleo. Como caballero, Dupin investiga solo por razones justificadas: honor personal, lealtad a su monarca y, sobre todo, placer intelectual. La existencia de un acompañante que actúa como narrador es esencial para que se dé a conocer la historia, si solo estuviese Dupin no conoceríamos la historia porque un caballero que investiga por el solo placer de hacerlo no necesita explicarse.

Además, Dupin es un bohemio, como Poe que, no olvidemos, vive durante el periodo de máximo esplendor del Romanticismo, y vive en Paris, que constituye el corazón de este movimiento de rebeldía y libertad. Como buen bohemio y alter ego de su autor, Dupin siente fascinación por la noche y la oscuridad hasta el punto de que ciega las ventanas durante el día y solo sale al exterior por la noche, cuando aprovecha para pasear. Estas costumbres noctámbulas sugieren, y más en la época en la que se encuentran, consumo de drogas; aunque en las obras de Dupin no se menciona nada semejante podemos colegir sin miedo a equivocarnos que esta pasión por la oscuridad y la vida nocturna refleja los hábitos del escritor norteamericano, que era conocido por su afición a las drogas. Dupin copia también de Poe sus costumbres misántropas, él y el narrador de sus aventuras viven en un distrito solitario de París, y procuran mantener su dirección en secreto pues no disfrutan de las visitas

Siendo el detective de Poe un personaje amante de los libros, que son su único lujo, encontrará a su compañero ideal en el narrador de la historia a quien conoce de forma casual cuando coinciden en una librería en busca de un mismo volumen raro. Después de esto, ambos traban amistad enseguida y resuelven irse a vivir juntos, ocupando las horas de convivencia ociosa, que son la mayoría, en ensoñación, disertación literaria y tabaco. Dupín muestra su aspecto más bohemio en su auténtica pasión por la lógica aplicada para resolver incógnitas de la vida, cuyo esclarecimiento le produce un placer semejante al de un forzudo que ejercita sus músculos.

La mente de Dupín es la de un teórico matemático, tal vez la de un filósofo. Su método incluye encadenar pensamientos lógicos, ponerse en el lugar del criminal, separar lo que merece ser observado de lo que no y evitar la especulación a falta de datos, de hecho, en El misterio de Marie Rogêt, Dupin dormirá durante todas las explicaciones que el oficial de policía le ofrece para evitar que las ideas preconcebidas de este empañen su visión fresca del caso. Su éxito como investigador se debe a la suma de la inteligencia y el análisis lógico.

1 comentario:

  1. ¡Hola María! Pensaba que ya conocía a todos los detectives de la literatura, ¡pero no conocía a Auguste Dupin! Es absolutamente genial y lo leeré sin duda.
    ¡Un gran trabajo, saludos!

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